21 de febrero de 2013

ALPES DEL TIROL


ALPES DEL TIROL



            “El alpinista es quien conduce su cuerpo allá donde un día sus ojos soñaron”

                                                                                                          Gaston Rébuffat

            Cubriendo un área de 300 000 km2 los Alpes ocupan una superficie considerable de Europa. El Arco Alpino abarca 1300 km y es el punto de arranque del “sentimiento de la montaña”,  una cordillera para seducir, por su paisaje, su historia y la conquista de sus cumbres. Son, en definitiva, una seña de indiscutible identidad en nuestro continente.

            Por su ubicación en Centroeuropa constituyen un baluarte natural que ha moldeado de forma trascendental el estado de las cosas a lo largo de los siglos, creando cierto tipo de paisaje, cierto género de vida y una peculiar economía.
            En la zona prealpina como los Alpes Franceses Meridionales tienen una estructura más abierta que los Alpes en general, teniendo menos altura y más anchura. En cambio en la zona central se encuentra la mayor estrangulación del arco alpino. El resultado es evidente, cumbres apiñadas y las más altas, como Alpes Franceses Septentrionales y Alpes Suizos.
            En las Dolomitas y Alpes Austriacos continua la diversidad de la cordillera, concretamente en Italia encontramos una serie de relieves que si bien no son los más altos, presentan impresionantes desniveles debido a la erosión vertical de la dolomía.

            Finalmente en la extremidad oriental de la cadena alpina alcanzamos la selva vienesa con los Alpes Estírios y una serie de altiplanicies que culminan en las montañas Karavanke en el umbral de la llanura húngara. Denominaciones como alpino y alpestre se atribuyen incluso a fenómenos muy lejanos de Europa.

            El Tirol es uno de los nueve estados federados de Austria separados geográficamente en Tirol del Norte y Tirol del Este. La capital, Innsbruck, es el centro vital de las comunicaciones Norte-Sur en los Alpes austríacos. Dinámica, deportiva y jovial, es la tercera ciudad de Austria, siempre ornamentada por el río Inn custodiado por sus casas multicolores. Guarda recelosa su tesoro renacentista y a lo largo del tiempo ha sabido combinar su pasado histórico con la modernidad de nuestros días.

            Después de la Primera Guerra Mundial, la Trentina, parte sur del Tirol, fue entregada a Italia y un poco más tarde, en 1938, la Wehrmacht (fuerzas armadas alemanas) entra en Austria y 70 000 tiroleses del sur emigran a la  Alemania nazi, regresando un tercio en 1945.

            Si en el norte la capital es Innsbruck en el Tirol del Sur o italiano la cabeza es la ciudad medieval de Bolzano con sus iglesias románicas, góticas y castillos. Todo un nexo entre el mundo germánico y latino.

            En esta ocasión nos desplazamos por el hermoso valle del Ötzal, situado en el Oberland tirolés, uno de los parajes más prósperos del Tirol Austriaco, y en la localidad de Sölden acampamos. La decisión no es a voleo pues nos encontramos a tiro de piedra para atacar la cima del Wildspitze (en alemán pico salvaje), que con sus 3770 m es la cumbre del Tirol.

            Como toma de contacto comenzamos a transitar por las rutas de senderismo de sus alrededores. Territorio muy frecuentado por los deseos que suscitan sus cumbres altivas con un blanco que se funde con el cielo y por sus campos, de un esmeralda mullido, acompañados por una abundante cobertura de coníferas. Su población esta seriamente comprometida con el entorno natural y con la importancia del mismo para su desarrollo, tanto en verano como en invierno, y sus instalaciones son buena prueba de ello.

            La tranquilidad de sus rutas, el aire apacible y folklórico de los tiroleses unido a la ausencia de poblaciones saturadas como Chamonix o Zermatt hacen de este rincón alpestre un remanso de paz, codiciado por alpinistas y turistas de todo el continente.
            Desde la localidad de Vent ponemos rumbo al refugio de Breslauer  a 2800 m salvando un desnivel de 1000 m durante la jornada... nos lo tomamos con filosofía. Tratándose de la cima del Tirol la ruta es frecuentada por lugareños y foráneos indistintamente, el tiempo nos es favorable.
            Las horas pasan sin darnos cuenta y la vegetación no es tan tupida como en los valles. Alcanzamos el refugio y nos sorprende la instalación, todo el interior es de madera, espacioso, con agua potable, duchas y restaurante: sólo le faltan unas estrellas para parecer un hotel.  Posiblemente sea de los mejores de Alpes.
            Al día siguiente madrugón y acometemos la ascensión al Widspitze por los restos de un glaciar en avanzada regresión.  Proseguimos por una vía ferrata de escaso desnivel que nos sitúa en el collado donde la huella es evidente, dando paso a otro glaciar con abundante nieve y hielo y con amenazadoras grietas y finalmente la cima con su monumental cruz.
            El siguiente objetivo es el Similaun otro interesante pico, pero siempre, la impredecible meteorología de los Alpes frustra el ascenso. 

            En el Tirol no hay rincón natural que pase desapercibido. En la localidad de Umhausen  encontramos un salto de agua que nos llama la atención, la cascada de Stuibenfall, donde un sinuoso sendero nos conduce al punto más alto, pasando por varios miradores. Por otra parte una interesante vía ferrata permite su recorrido.

            Los rincones alpinos siempre encierran misterios aún no desvelados y guardan recelosamente sus tesoros. Así fue cuando en 1991 el matrimonio alemán Helmut y Erika Simon encuentran, a 3200 m de altitud cerca del Similaun, los restos mortales de una persona desconocida, y creyendo que se trata de un homicidio dan aviso a la policía. Cual sería la sorpresa al inicio de las investigaciones, al comprobar que se trataba de un hombre de la Edad del Bronce de hace 5300 años y que gracias al manto glaciar su estado de conservación era óptimo. Cariñosamente se le llamó Ötzi.
            Visitamos el parque y museo dedicado a tal evento y observamos con sorprendente realismo como era la vida en aquella azarosa época. Su visión da  pábulo a los sentidos, parece que hemos retrocedido varios siglos al contemplar las costumbres de nuestros ancestros europeos.
            Entrado en el Tirol Italiano, al poco nos encontramos en la localidad de Moos donde nos sumergimos en el ambiente bélico de la última Guerra Mundial. Se ha restaurado un búnker de buenas proporciones y en la entrada apreciamos la llamada Glas Tower donde se acopló un rocódromo. Las galerías han sido celosamente acondicionadas para el público y la historia del complejo militar la encontramos expuesta en sus paredes. Como colofón ascendemos por una escalera de caracol con 177 peldaños para llegar a la posición más elevada que seguramente alojaba las piezas de artillería que enfilaban la entrada del valle.
            Una fábrica de cervezas, la Forst, tampoco nos pasa desapercibida, aquí se habla indistintamente el alemán y el Italiano, evidentemente su gastronomía y demás costumbres  también adquieren una doble identidad.
            Pero si hay algo que verdaderamente nos sorprende y sabemos con seguridad, es que nos encontramos en  la  tierra en la que  nació el que, para muchos, ha sido el mejor alpinista  de todos los tiempos: Reinhold Messner, el triunfador de los catorce ocho miles.  ¿A que se dedica en la actualidad? Pues a parte de sus conferencias y libros ha fundado una empresa la MMM Messner Museun Montain (los Museos Messner de Montaña).
            Entre los cuatro museos que gestiona vistamos el que se encuentra en el  castillo Firmian.  Está acondicionado y para nuestro deleite pasamos las horas muertas admirando su interior. Los eventos alpinistas más significativos, las expediciones que marcaron diferentes estilos, fotos e imágenes de los himalayistas más emblemáticos, en definitiva, toda una enciclopedia abierta de los anales del montañismo histórico y contemporáneo. 

            Como colofón a nuestro raid por tierras tirolesas nos adentramos en el valle de Senales, en la zona italiana, para ascender el Grawand de 3251m, curiosamente desde la cima se puede contratar un ratrac (vehículo oruga) que te conduce por el glaciar hasta la zona donde se  encontró Ötzi, aunque resulta un poco caro.
            La verdad es que estas montañas dentro de los Alpes siempre pasaron un poco desapercibidas, pero su encanto  y fascinación es algo que recomendamos a cualquier montañero  o amante de la naturaleza.  Se lo dicen dos alpinistas.

            Guión:             Javier Fernández López
            Fotos:             Óscar Díez Higuera 

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