SUPERVIVENCIA
EN ZONAS TROPICALES
“Me
sentía como un caracol con barba… pero estaba vivo”
(Minagawa,
cabo japonés oculto durante 15 años y 10 meses en la jungla de Guam)

Un piloto
a quien en el último momento se rescató de la jungla durante la Segunda Guerra
Mundial explicó: “Yo siempre lo tomé como
un territorio en el que uno no podía dar un paso sin que corriera grave riesgo
su vida. Después de mi aterrizaje forzoso con mi avión, constantemente tenía
miedo de animales salvajes, de serpientes y de insectos peligrosos. Por miedo a
envenenarme, no comía ni frutos ni plantas. Pronto estuve al borde de la muerte”.


AGRICULTURA
EN LUGAR DE MUERTE POR INANICIÓN
En la isla de Mindoro, 15 soldados japoneses
huyeron hasta el corazón de la jungla en el año 1944. Allí se dividieron en dos
grupos y siete hombres se asentaron en la ladera de una montaña, aunque poco
después cayeron víctimas de los todavía salvajes pobladores de la isla y sólo se salvó un hombre. El otro grupo, nueve
hombres bajo la dirección del teniente
Yamamoto (maestro en la vida civil), escaló la cima de una montaña. Sin
otros pertrechos que sus uniformes, una sola hacha y sus sables japoneses,
decidieron practicar la agricultura y la ganadería en la jungla. Yamamoto
estaba convencido de que el “Tenno” (en
japonés “soberano celeste” en referencia al Emperador) iría a buscarlos “en
cualquier momento” hasta entonces tenían que resistir.

Plantaron
maíz y patatas. Sucesivamente las cosechas aumentaron cada año en aquellas
tierras vírgenes sobrepasando todas las expectativas con creces. Pasaron de ser
soldados desaparecidos a convertirse en prósperos colonos y aparte de las
tierras de labor contaban con 70 gallinas y 20 cerdos. Estas provisiones de
carne las completaban con asados de mono y la piel de estos la cosían para
hacer mantas.


Doce años
pasaron ocultos aunque algunos murieron por enfermedades como la malaria.
Finalmente una patrulla de filipinos consiguió entrar en contacto con Yamamoto
y de esta forma regresaron a la civilización, no sin antes celebrar una gran
fiesta con licor de plátano y asados de cerdo.
CASI
16 AÑOS OCULTOS EN LA JUNGLA
Si la
aventura de Yamamoto es asombrosa hay otra que la supera, la de los cabos Masashi Ito y Bunzo Minagawa.
Guam es el escenario, una pequeña isla del archipiélago de las Marianas en el
Pacífico con 522 km2.
Fue el 21
de julio de 1944 cuando las tropas norteamericanas recuperan Guam, hasta
entonces en poder de los japoneses. Cien soldados nipones emprenden la huida
internándose en la isla para evitar el oprobio de la rendición. Después de
convivir con diferentes grupos, algunos muy preocupados por ocultar los
indicios de la “robinsonada”, se quedaron
solos durante casi 16 años.



Finalmente,
rescatados por la fuerza, pasan la revisión médica y no mostraban ningún
síntoma de graves deficiencias (aunque si la caída de cabello y algún diente
por la falta de algunas vitaminas). Pero siempre con la sospecha de que serían
ejecutados la única solución fue llevarlos a Japón. Habían intentado suicidarse
con los muelles de las camas y durante el vuelo pensaban que los precipitarían
en medio del Pacífico. Sólo cuando vieron a sus familiares, finalmente se convencen
del final de la contienda.
SERPIENTES, INSECTOS Y OTROS PARÁSITOS



Por otra
parte es infrecuente encontrarse con serpientes
venenosas a menos que las busques. En todo caso si se produce picadura la
mejor medida es la inmovilidad. Los animales lo hacen instintivamente, los
perros por ejemplo, después de haber sido mordidos se tienden en el suelo y
permanecen días en esa posición, la medida es simple pero eficaz.
No
solamente en las glándulas de las serpientes encontramos veneno. Algunas
maderas como la camona, en zonas de
la Amazonía sudamericana, desprende una resina trasparente y pastosa muy
venenosa, Los nativos la utilizan en la punta de sus flechas cuando cazan algún
animal peligroso. Con otras maderas ocurre que al ser quemadas e inhalar el
humo también puede resultar tóxico. Otros ejemplos son la llamada “hiedra
venenosa” y las “hojas de roble venenoso”. En Norteamérica hay una planta llamada
“Poison Sumac”: el contacto con estos vegetales produce dolorosas erupciones
cutáneas. Una de las normas más recomendables es vigilar antes de poner las
manos.
Una
planta, el Yam tiene unas raíces que se consideran las “patatas de los mares
del Sur”, y en las selvas sudamericanas el principal alimento es la mandioca, un tubérculo amiláceo del
que se puede obtener harina y una bebida muy nutritiva.
La palma es
un regalo de los dioses. Es la planta tropical más conocida, en especial la
palma cocotera, muchos náufragos le deben la vida. Muchos pilotos que se vieron
obligados a amerizar, desayunaban, comían y cenaban este fruto. “Después de 15 días había comido 32 cocos y estaba en perfectas
condiciones”, comentaba un piloto. Son muchas las aplicaciones de la palma, desde jabones, cosméticos, lubricantes,
lacas, jarabes, coberturas impermeables, productos aromáticos.


Y un
consejo: a la hora de emprender la marcha recordar que cuando el terreno es
pantanoso hay cenagales y siempre es preferible evitarlo dando un rodeo, ganaremos
tiempo, aunque nos dé la impresión de lo contrario.
Extractos de Manual
de Supervivencia II
C.C. Troebst
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