CAMINO
DEL INCA (Expedición ANDES-SLAC 14)
“No conozco otro lugar
en el mundo que pueda compararse en la variedad de sus encantos y en el poder
de su hechizo”
Hiram Bingham
descubridor del Machupicchu
Con
casi 9000km de longitud, los Andes
acreditan ser la cordillera más larga del planeta, en ellos también se halla la cima de América,
el Cerro Aconcagua con sus 6942m de altitud. A 3800m aparece el lago Titicaca, de 8000km2 que,
entre superficies lacustres, es el lago navegable más alto de la Tierra. El desierto de Atacama es el más árido del
mundo. La Cordillera Blanca es
el sistema montañoso tropical más alto que existe, con el Huascaran de 6800 m cima
de los trópicos. El nevado Alpamayo
está reconocido por muchos como la montaña más bella del planeta. El campo de
hielo más vasto del continente lo encontramos en los glaciares de la
Patagonia Austral entre Chile y Argentina. Para finalizar
el Cotopaxi, en la Avenida de los
Volcanes de Ecuador, es el volcán activo más alto que existe, y su vecino el Chimborazo es el punto de la
superficie más alejado del centro terrestre. Como se puede apreciar, es una
cordillera para seducir.
En
esta ocasión desdeñando las cimas de los Nevados, que tan bien conocemos, Óscar
y Javier junto con Luís Miguel y Carlos nos proponemos realizar el Camino del Inca. No por ser
senderismo pierde su hechizo andino.
CUSCO
Lima suele ser una ciudad de paso para los
andinistas y desde allí es importante concertar el vuelo a Cuzco, su duración
es de una hora escasa, mientras que si optamos por el bus cama será más económico, pero con 22 horas de duración, mas
el regreso por supuesto. Llegamos los 4 andinistas a Cusco que a 3200m y considerado el “ombligo del mundo” era la
capital del imperio. Esta ciudad requiere unos días de estancia para visitar
sus encantos del pasado.
Como
en todas las poblaciones de estos lares encontramos la Plaza de Armas y sus calles son de trazado
colonial con empinadas rampas. El esplendor de sus iglesias y palacios se hace patente. También visitamos el mercado central o de San Pedro, donde
cada mañana vienen y van campesinos cargando cestos llenos de ropa multicolor
de alpaca o barreños con mate de coca,
infusión muy recomendable para vencer el mal de altura, o soroche, como lo llaman
aquí. En los puestos fijos se puede degustar el cuy, roedor muy tradicional en la gastronomía peruana.
El
Coricancha o recinto de oro,
como era conocido, fue un lugar sagrado donde se rendía pleitesía al máximo
dios inca: el Inti (el Sol), por lo que sólo podían entrar en ayunas, descalzos
y con una carga en la espalda en señal de humildad, según lo indicaba el
sacerdote mayor Willaq Umu. El frontis era un hermoso muro proveniente de la
más fina cantería, decorado únicamente por una banda continua de oro puro de
una palma de alto, a tres metros del suelo, y un techo de paja fina y
delicadamente cortada. La catedral
construida sobre el Palacio de Viracocha es fiel reflejo del mestizaje
arquitectónico.
VALLE SAGRADO
Existen
lugares en los Andes donde convergen historia, montañas y leyendas. Tal vez sean
estas últimas las que más atraen al montañero. Muy cerca de Cusco encontramos
la fortaleza de Sacsayhuaman de
impresionante aspecto, estas piedras talladas en múltiples ángulos dan testimonio
de la tenacidad de los Incas, máxime cuando no había cinceles de hierro. No es
de extrañar que el cronista Garcilaso de la Vega afirmara “fueron
construidas por demonios no por hombres”
Los
ríos son las arterias de las civilizaciones y el Valle del Vilcamayo, hoy
conocido como el Urubamba, fue el
centro agrícola del Imperio conociéndose como Valle Sagrado. Los vestigios incas abundan en todo el recorrido, en
la ciudad de Písac la misa es en
quechua y los ritos son más cercanos a la mitología Inca que al cristianismo.
Salvando un desnivel relativamente pequeño accedemos al asentamiento Inca que no deja de sorprendernos, sus habitáculos
están hechos con verdaderas moles de piedra exquisitamente talladas y
perfectamente ensambladas. También observamos los andenes para los cultivos.
Según las investigaciones era la Hacienda Real de Pachacutec.
Continuando
por el Valle Sagrado visitamos las salinas
de Maras, sorprendente obra de ingeniería hidráulica con unos estanques
escalonados en los cuales se obtiene la salmuera que finalmente se convierte en
sal. Antiguamente los incas comercializaban este producto con otros pueblos a
cambio de cuero, lana y otros objetos manufacturados. No muy lejos, en Moray, se conservan los andenes
circulares construidos para la explotación agrícola, principalmente el maíz y
las papas. Todos los años en octubre se celebra el Moray Raymi o Fiesta del Sol en una vistosa
ceremonia.
CAMINO DEL INCA
Toda
expedición comienza antes del viaje, sus orígenes, su historia, las costumbres
del entorno, sus fotos antes de transitar esos parajes. Estamos hablando del
que puede ser el “trekking” más popular de Suramérica. Existen dos rutas. La ruta clásica, podíamos decir de bajura,
partiendo del Km 77 del ferrocarril que une Cusco y Aguas Calientes, población
situada al pie de Machupicchu, con jornadas más bien apacibles y sosegadas. Por
el contrario la ruta Salkantay se
desenvuelve en unos escenarios más salvajes, mucho más acorde para exploradores
como nosotros.
El
pistoletazo de salida nos sitúa en Mollepata
a 2900m y comenzamos con una sorpresa, que evidentemente no comentan en la
agencia, los porteos a lomos de los burros sólo admiten 5 kilogramos
por persona. La primera jornada es exigente, unas 8 horas superando 1000m de
desnivel. Tenemos una representación internacional, españoles, alemanes,
nepalíes, croatas, un chileno y un brasileño. Todos más o menos aclimatados en
Cusco.
Los
primeros pasos discurren por zonas verdes y poco a poco el ambiente adquiere
tintes andinos. En el Paso de Sayllapata
ya se divisa el Humantay, muy
próximo al Salkantay de 6271m. Este
fue escalado por primera vez en 1952 y
desde entonces cuenta con pocas repeticiones, su cara sur permanece virgen. Nos
detenemos media hora y por mucho que la estudiamos no encontramos ruta lógica,
canales entrecortadas, pendientes muy pronunciadas. Sólo su visión ya nos
compensa el esfuerzo del día. Reponemos fuerzas en Soraypamapa a 3900m. Son unas instalaciones un tanto cutres y
pernoctamos en unas tiendas protegidas por un toldo. La noche andina despliega
todas sus constelaciones con gran nitidez.
La
ingestión de líquidos es vital para acometer el itinerario. En el desayuno
abundante té e hidratos de carbono. Continuando el ascenso, el segundo día ya
no queda vegetación dando paso a la nieve y algunos expedicionarios contratan
caballos para acceder al Paso de
Salkantay que con sus 4600m es el punto culminante de la travesía. El
panorama es de pegada, para algunos la máxima cota que han hecho en su vida.
Una
vez en este idílico enclave cada grupo de senderistas escucha atentamente a sus
guías las viejas leyendas que
arropan la zona, la mitología inca y estas montañas comparten infinidad de creencias
y anécdotas, algunas más creíbles que otras, pero siempre dignas de escuchar
atentamente y con todo respeto. El jaguar, el cóndor y la serpiente simbolizan
la guerra, la paz y el mundo oculto respectivamente.
Iniciamos
el descenso y en pocas horas el
paisaje experimenta mutaciones insospechadas, de imágenes puramente andinas a
4600m nos internamos poco a poco en un valle con ambiente más selvático.
Acampamos en Chaullay. Aquí no hace
frío, tenemos alguna ducha y los guías como de costumbre nos preparan palomitas
de aperitivo antes de la cena.
Nuevo
día y jornada de relax, atrás quedan los días
más exigentes. El día es placentero, el recorrido distendido. El guía
nos enseña algunas plantas medicinales como la cola de caballo y poco después pasamos
de largo Colpapampa, instalando el campamento en Sahuayacu Playa. Esa tarde descendemos en vehículo a Santa Teresa con un gratificante baño
en sus aguas termales, la verdad es que nos lo hemos ganado. Esa noche el guía,
Primo, no nos traduce lo que dice en inglés, no le damos mucha importancia, pero más tarde descubrimos que está un tanto
resentido por la ejecución de Tupac Amaru en 1781.
Es
el cuarto día y tenemos que llegar a Aguas
Calientes, primero por el camino y finalmente por la vía férrea. La verdad
es que el acceso al enclave está muy abandonado, la carretera en muchos tramos
esta sin asfaltar y la vía del tren denota un caótico estado de mantenimiento.
Son los últimos Km y tenemos ganas de llegar. La prosperidad de Aguas Calientes
es evidente, no es un pueblo cualquiera de Perú. Con 600 000 visitantes al año
Machupicchu es el mayor reclamo turístico del país.
La
culminación del Camino requiere un último esfuerzo, prescindiendo de los
microbuses que ascienden a la ciudadela optamos por subir a pie al día
siguiente. El amanecer en las ruinas será el final apoteósico del azaroso
camino.
DESCUBRIMIENTO DE MACHUPICCHU
Al
día siguiente con verdadera ansiedad por penetrar en una ciudad abandonada hace
más de cuatrocientos años, desistimos de usar el bus y caminando en menos de
una hora subimos. Lo que vemos a continuación dará pábulo a los sentidos. A
nuestra diestra divisamos el Huainapicchu,
cerro que domina la ciudadela y primera imagen de la puerta de entrada a la
misma. A partir de aquí la imaginación se desborda, el aire sabe diferente y el
deambular por los vericuetos del pasado se torna mágico.
Pero
antes de describir aquella inolvidable jornada, lo mejor es como en toda
historia empezar por el principio. Fuertemente influido por su padre y abuelo
el norteamericano Hiram Bingham
decide explorar zonas desconocidas de Sudamérica en busca de restos de
civilizaciones ya extinguidas. Se centra en una ciudad Vilkabamba, como antiguo reducto de la resistencia inca ante el
arrollador avance de los españoles. Las deducciones de Bingham la sitúan en un
valle, el del río Urubamba.
Consiguiendo
fondos de la Universidad de Yale llega a Cusco donde contrata mulas y se
aprovisiona para una larga incursión en
la selva alta. Por suerte el gobierno peruano había abierto recientemente
senderos y puentes colgantes sobre el Urubamba para dinamizar unas tierras tan
remotas.
Al
sexto día llega a una lugar denominado Mandorpampa,
donde conoce a un campesino, Melchor Arteaga, quien le habla del Cerro
Machupicchu y de los restos de una gran ciudad. Aunque son muchas las leyendas
que circulan sobre las reliquias de las metrópolis incas, Bingham no
desperdicia oportunidades y ascendiendo durante dos horas llega hasta donde
habitan dos familias, y un niño se ofrece como guía hasta el intrincado
laberinto de paredes con bloques de granito, casi sepultadas por la espesa
vegetación. Era el 24 de Julio de 1911, y hacía casi 400 años que había sido
abandonada. Pasa todo el día sacando instantáneas antes de proseguir su periplo
en pos de Vilkabamba.
EXPEDICIÓN CIENTÍFICA A
MACHUPICCHU
Una
vez en los Estados Unidos se convence de la importancia que reviste el
descubrimiento accidental y desecha la búsqueda inicial. Gracias a las fotos
consigue más fondos y en 1912 prepara una numerosa expedición científica que cuenta con un osteólogo, un geólogo,
arqueólogos y docenas de obreros. Sin saberlo, Bingham inicia un viaje hacia la
inmortalidad.
Al
cabo de una semana de excavaciones
aparecen los primeros huesos y posteriormente se suceden los desenterramientos.
De los cien cadáveres aparecidos el 80% son mujeres y comienzan las hipótesis:
¿puede tratase del Templo de las Vírgenes del Sol?, ¿puede tratarse de una
fortaleza?, ¿tal vez será la Vilkabamba perseguida inicialmente?
Aparte
de los cadáveres se localizan varios utensilios como cuchillos de bronce,
sencillas herramientas y vasijas de cerámica. Poco a poco se limpia la densa
vegetación y se hace la luz en un lugar tan remoto e inaccesible. Lo cierto es
que Machupicchu presenta un aspecto majestuoso y sobrecogedor a la vez.
Casi
cien años después sabemos mucho pero aún nos queda un trecho. Fue en tiempos de
Pachacutec, un emperador inca,
cuando esta civilización alcanza su esplendor. Unido a sus dotes militares
inicia obras de carácter civil, como calzadas, templos, obras hidráulicas,
unidades administrativas, ciudades y zonas de cultivo. En tres décadas demostró
sus preciadas dotes de liderazgo, haciendo de los Incas en Sudamérica lo que
fue Roma en Occidente.
CONOCIMIENTOS ACTUALES
Con
toda seguridad la construcción de la
ciudadela comenzó en esa época hacia 1450, aprovechando la cantera de
granito blanco y su privilegiada situación a 2400 m. de altitud. Y con toda
probabilidad fue abandonada hacia el 1532 cuando el país del oro pasa a ser una
nación dependiente de España.
Ya
en la década de los 80 Richard Burger y
Lucy Salazar, antropólogos de la Universidad de Yale, investigando los
restos de cerámica encuentran vasijas que conducen a una sorprendente
revelación: pertenecen a los Collas,
residentes antaño en las proximidades del Titikaka. Se trata de uno de los
pueblos adsorbidos por los Incas y que resultaron ser los mejores canteros del
continente, siendo trasladados a Machupicchu para trabajar en las 170
edificaciones. Curiosamente a pesar del transcurrir del tiempo los bloques
graníticos se ensamblaron con precisión quirúrgica y sin mortero. Aun hoy entre
sus juntas no cabe casi ni un alfiler.
En
cuanto a la teoría del Templo de las Vírgenes del Sol, es otro antropólogo,
John Verano, quien establece un criterio determinante tras un minucioso
análisis de los huesos encontrados y sometidos a modernas técnicas como la del
“Carbono 14”. Llega a la conclusión de que la mayoría de las mujeres han sido
madres y el mito de aquellas mujeres extraídas de sus hogares en edades muy
tempranas para dedicarse al culto del Hijo del Sol, ya no tiene base
científica.
Es
en 1956 cuando muere Bingham sin saber si se trata de Vilkabamba. Pero el aventurero Gene
Savoy descubre la citada urbe a unos 80 Km al Noroeste de Machupicchu.
Casualmente Binghan pasó por allí pero la selva conservó celosamente sus
secretos bajo un tupido manto verde.
A
excepción de las techumbres de las casas todo lo demás permanece intacto. Si
fuese abandonado, en dos o tres años la Naturaleza se lo comería otra vez y
para evitar esto un esmerado servicio de mantenimiento desbroza la maleza todos
los meses. La ciudad se divide en dos sectores
bien diferenciados: el agrícola y el
urbano, Se accede desde al sector agrícola llegando al Puesto del Vigilante, que posee una vista panorámica inmejorable
junto con la Roca Ritual y el Cementerio. Llama la atención la sucesión de terrazas, unas 600, aparentemente
simples pero que en realidad son el secreto del Machupicchu, pues constituyen
un sólido asentamiento y al tiempo los cimientos de la ciudadela, única
explicación para mantenerla erigida tras 4 siglos.
Dichas
terrazas son el área de cultivo, con
unos muros de contención de 2,5 m. Allí se depositaron piedras grandes,
rellenando el interior con otras de menor tamaño para seguir con grava, arena y
finalmente una capa de un metro de tierra fértil subida desde el Urubamba, a
mano, por un desnivel de 550m. Componen un total de casi 5 Ha cultivables. Sin
lugar a dudas la construcción de Machupicchu involucró a miles de hombres.
El
sector urbano tiene una plaza
principal que delimita lo que Bingham denominó Conjunto Palaciego: las
viviendas de los sacerdotes y familias. Los templos son lo más impresionante.
El primer edificio que enseñan a los turistas es el Templo del Sol: sus muros rodean una de las rocas sagradas de la
metrópoli y tiene una ventana a Oriente de tal forma que el día que entra el
Solsticio de Invierno los rayos solares penetran de forma incisiva. Es lo que
los incas llaman una huaca, un observatorio.
En
la residencia del inca o Palacio Real
avistamos unos dinteles de tres toneladas y una hermosa mampostería. El Intiwatana está ubicado en una colina
conformada por varias terrazas y andenes. En la parte superior hay una
plataforma con una roca granítica
tallada en tres escalones y con forma caprichosa. Debía cumplir la función
de medir el tiempo, algo muy importante para la agricultura, y también tenía
uso como altar.
Atravesando
la plaza principal, lugar de congregaciones por su extraordinaria resonancia,
llegamos al final del asentamiento descubriendo la Roca Sagrada, donde aparece una piedra con la silueta de un monte
circundante a Machupicchu, en un pequeño recinto cuadrangular que seguramente
cumplía fines rituales. Otro de los templos es el de las Tres Ventanas que, como su nombre indica, muestra tres voluminosas
ventanas con los vanos ciegos. Bingham elaboró la hipótesis de los tres
hermanos Ayar que fundaron la civilización inca.
Observando
el esmerado acabado surge una pregunta ¿cómo consiguieron los alarifes tallar
piedras de estos tamaños si no disponían de cinceles de hierro y menos de
acero? Pues sencillamente usando piedras más duras, seguramente del río
Urubamba pues allí se encuentran materiales pétreos que resisten la erosión de
la corriente y en la cantera se han encontrado lo que denominan “piedras
martillo” también subidas hasta la ciudad.
En
cualquier caso los misterios perduran, empezando por el verdadero nombre de la
ciudad puesto que Machupicchu es un cerro igual que el Huaynapicchu, ¿Tal vez
fuera el mayor centro de la civilización inca, un lugar al que se le atribuye
el sobrenombre de Tampu Tocco? No
hay prueba reputada. Lo cierto e importante es que un día en la inmensidad de
la desolada cordillera andina, la naturaleza se manifestó y el inca supo
escuchar.
Hasta
aquí el relato de nuestra experiencia por estas tierras, en las que una vez más
nos sentimos integrados, tanto en su Historia como en su Naturaleza las cuales
dejarán en nosotros un recuerdo inolvidable.
Guión: Javier Fernández Miembro del SLAC sección de montaña
Fotografía
: Óscar Díez