EL COLOR DEL SILENCIO
“La difícil y continua búsqueda de nuestro interior es lo que realmente nos hace ser más auténticos”
Nos encontramos en julio del 2010, invierno en el trópico de Capricornio. Óscar, Ignacio y yo, de Palencia y León, nos disponemos a explorar los parajes más desolados de Chile y Bolivia y tal vez de los más despoblados del planeta, como son el desierto de Atacama y el salar de Uyuni.
Llegamos a Antofagasta, ciudad norteña de Chile que da su bienvenida a los forasteros con “la puerta de Antofagasta”, espectacular estructura pétrea como arco del triunfo acuático, que parece desear suerte a los que nos adentramos en unas tierras tan áridas. Desde aquí tomamos primero un bus hasta Calama y tras pasar la noche en esta ciudad tomamos otro hacia San Pedro. Por fin estamos en San Pedro de Atacama, localidad base para conocer la zona y todo un vergel de vida en un entrono tan hostil.
ATACAMA
La definición actual del Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente considera desérticas todas aquellas regiones que reciben menos de 250 litros de agua o nieve por metro cuadrado al año, repartidos en un máximo de 10 días. En total constituyen un 6,6 % de la superficie emergida del planeta.
Concretamente el desierto de Atacama es un desierto costero que debe su existencia a la corriente de Humboldt, proveniente de la Antártida y que circula por la costa oeste de Sudamérica. La acción de los vientos desde la tierra hacia el mar desplaza las aguas superficiales océano adentro, siendo estas sustituidas por las frías aguas de las profundidades. El resultado es que la evaporación es casi inexistente y la humedad en el aire prácticamente nula, convirtiendo este desierto en el más árido del mundo.
Con apenas 1000 habitantes, San Pedro de Atacama es un lugar turístico con inusitada afluencia. Esta construido con bloques de adobe y su iglesia es monumento nacional, pero también el museo arqueológico Gustavo Le Paige es visita obligatoria. En él, aparte de los pertrechos de su antiguos moradores, podemos ver tapices y determinadas piezas del preciado metal amarillo. Siendo éste realmente objeto de veneración, fue la causa de su aniquilación.
Son las 4 de la madrugada y montando en el todoterreno nos vamos a los géiseres de Tatío. Sobrecogedor espectáculo de vulcanología donde decenas de fumarolas de diversos tamaños expulsan vapores a toda mecha. El campo geotérmico es de 3 km2 y en algunos lugares el agua borbotea a 85 ºC, alcanzando los géiseres hasta 6 m de altura, Ni que decir tiene que lo mejor es darse un gratificante baño en un estanque acondicionado y a una temperatura más aceptable, pues en el exterior nos encontramos bajo cero. Posteriormente visitamos el pueblo de Machuca con su típica iglesia colonial y ya de regreso a S. Pedro recorremos el bosque de cactus.
Le llega el turno al Valle de la Muerte con el curioso Mirador del Coyote. Este nombre está inspirado en un desafortunado hecho: al producirse la estampida de un rebaño de animales, varias cabezas de ganado acabaron despeñándose. Con el paso del tiempo, el viento y la lluvia han cincelado los cerros de sal, yeso y arcillas surgiendo así interesantes texturas y formas minerales.
El Valle de la Luna esta a 19 km de S. Pedro y como su nombre indica semeja la desolación lunar siendo uno de los parajes más inhóspitos de la Tierra. El viento ha esculpido montículos y hondonadas con paisajes que parecen de otro planeta y de ahí su nombre. En 1982 fue declarado Santuario Natural. Dentro de poco anochecerá pero antes nos asomamos a la Gran Duna para disfrutar de la puesta de sol. En lontananza observamos las Tres Marías y el Anfiteatro, impresionantes crestas con un filo que parece desafiar al firmamento.
En la Laguna de Céjar y a causa de su alto grado de salinidad, comprobamos la gran flotabilidad adentrándonos en sus aguas. Aunque el agua caliente siempre tiende a subir, aquí curiosamente la parte superficial está muy fría pero manteniéndonos flotando en posición vertical, a la altura de las rodillas ya sentimos el calor de la profundidad.
El nombre de Ojos del Salar describe dos grandes socavones circulares con aguas de nítido reflejo. Próxima a ellos, la laguna de Tebinquinche también nos ofrece su brillo de espejo y se puede cruzar caminando de lado a lado ya que su profundidad es escasa. A la caída del sol nos invitan a un pisco sour, un cóctel preparado con aguardiente y jugo de limón con otros agregados, bebida muy típica de la gastronomía andina.
Le toca el turno a las Lagunas Altiplánicas, ubicadas en la Reserva Nacional de los Flamencos. Las lagunas en cuestión son Miscanti y Miñiques y se sitúan a 4200 m de altitud, en un entorno andino de belleza singular. En ellas nidifica un ave llamada tagua cornuda (Fulica cornuta) la cual se encuentra en situación vulnerable y por ello las férreas medidas de protección hacen que sólo transitemos por un determinado camino delimitado por piedras. Dentro de la Reserva se encuentra el Salar de Atacama donde es posible ver los flamencos a distancia moderada.
El pueblo de Toconao se sitúa a 38 Km al sureste de S. Pedro. Enteramente colonial, está construido con piedra liparita de origen volcánico y destaca por su torre campanario y su artesanía. La agricultura y ganadería son sus fuentes de trabajo.
A varios kilómetros de S. Pedro, las termas de Puritama son unas fuentes naturales que dan lugar a un torrente con agua a temperatura muy agradable, y como por estos parajes no hay nadie, es el momento de darnos un baño tal y como vinimos al mundo. El regreso no tiene desperdicio lo hacemos en bici y son 30 Km de descenso con todo su aliciente.
El pukará de Quitor, también cerca de S. Pedro contiene ruinas de un asentamiento preincaico del siglo XII. Empleando la técnica de aterrazamiento conserva unas 200 estructuras. En la parte superior nos encontramos con una curiosa construcción a modo de plaza minúscula haciendo referencia a los 25 jefes locales que fueron ejecutados por ofrecer resistencia a los conquistadores españoles que, al mando de Diego de Almagro con 30 hombres a caballo, iniciaron la colonización de la zona en 1536. En dicha parte la imponente perspectiva del volcán Licancabur, vigila recelosa nuestros pasos mientras en los alrededores un lugareño toca la zampoña.
No podemos marchar del lugar sin degustar su gastronomía como la típica patasca, un guiso de papas con maíz y vacuno, o el plato más característico: carne de llama, parecida a la de potro aunque un poco más dura, preparada a la brasa o guisada de muy diferentes formas.
LICANCABUR
Dejamos atrás el desierto chileno para adentrarnos en Bolivia. La mayoría de los que pasamos la frontera somos occidentales y desayunamos en ruta precariamente, de pie y con un viento helado. Entramos en la Reserva Nacional “Eduardo Avaroa” de fauna andina trampolín para el Licancabur. Nos establecemos en el albergue de la entrada a la reserva, frente al puesto de los guarda parques. Cerca de aquí conocemos a Macario el guía más veterano del lugar que el 7 de julio del 2010 contabilizaba 493 ascensiones al volcán.
También cerca del albergue, exploramos las proximidades de la laguna Blanca donde la gran cantidad de formaciones pétreas con forma curiosa nos llama la atención. Se trata de estromatolitos, fósiles producidos por la acumulación de partículas carbonatadas debida a bacterias muy primitivas, de la época en que se originó la vida en la Tierra.
Mañana es el día clave para el ascenso al Licancabur, madrugaremos para la ascensión del volcán. Tenemos que atacar por la parte boliviana pues, según nos cuentan, por Chile durante el conflicto con Bolivia, minaron los accesos y se olvidaron los lugares donde se instalaron los dañinos artefactos.
Son las 4 de la mañana y el vehículo nos deja en el campo base, en esta ocasión vamos acompañados por dos belgas y tenemos que salvar 1400 m de desnivel. Hace frío durante las primeras horas pero cuando amanece el paisaje es espectacular, la claridad nos anima y la temperatura nos reconforta. El paso es lento pero continuo hasta los últimos 200 m en los que paramos más a menudo. Hacemos cima hacia la una de la tarde y el panorama nos impresiona, el lugar es todo un mirador cósmico a 5916 m y en el profundo cráter encontramos una laguna helada… otra cima para la colección.
Hoy es el cumpleaños de Ignacio y para celebrarlo visitamos la laguna Verde, color que adquieren sus aguas debido a los minerales de magnesio, azufre, cobre y arsénico, evidentemente no vemos bicho viviente en el lugar.
Continuamos el periplo del neumático y ahora estamos en los geiseres Sol de Mañana, otro alucinante campo geotérmico donde se registra frenética actividad volcánica. Muy cercanas están las termas de Polque en las que también aprovechamos para darnos un baño en plena Naturaleza. Antes de que oscurezca, sobre las seis y media, nos instalaremos en nuestro albergue en las proximidades de la laguna Roja, aquí no tenemos agua y a cambio nos dan Coca-cola en la cena.
El color de la laguna Roja se debe al pigmento rojo que contienen sus algas, las cuales a su vez son el primer eslabón de la cadena alimentaria de grandes cantidades de aves, principalmente flamencos. Curiosamente al amanecer quedan libres algunos de ellos que quedaron atrapados en los hielos al dormitar en el agua que por la noche se congela.
Continuamos la rodadura por los arenales y en esta ocasión nos detenemos en el desierto de Dalí, explanada donde unas rocas solitarias presentan un aspecto surrealista que guarda relación con algunos cuadros del citado pintor. Pero lo que verdaderamente llama la atención es el llamado árbol de piedra, roca moldeada por la erosión dándole un aspecto único y realmente siniestro.
Por algunos caminos encontramos vizcachas, un híbrido entre liebre y marmota. También vemos un zorro que nos mira asustado y algunos camélidos salvajes como vicuñas y guanacos. Pero dentro de la ganadería andina tenemos otros camélidos domesticados como las llamas y las alpacas a las que es fácil ver pastando cerca de las zonas habitadas.
Alcanzamos la laguna Hedionda donde comemos y en la que los flamencos están a tiro de nuestras cámaras. Aquí son muy numerosos y los vemos desarrollar todo su ritual social y de alimentación. Su color rosado es debido a los carotenoides presentes en sus alimentos. Un flamenco saludable y bien alimentado es rosa luminoso pero si es más pálido o blanco puede que esté enfermo o desnutrido.
SALAR DE UYUNI
Hoy la jornada promete, nos adentramos en el salar de Uyuni y para empezar, ¿qué mejor que ver amanecer? Son las 6:30 de la madrugada y nos internamos en un océano blanco de sal que, con sus 12 000 km2, se ve incluso desde la Luna. Tiene varias islas y entre ellas la más famosa es la isla del Pescado, originalmente llamada Incahuasi. En esta isla recorremos un intrincado camino que, sorteando gran cantidad de cactus, nos conduce hasta el mirador de la cima. Estos cactus apenas crecen un cm por año y su “madera” es muy porosa y ligera.
En la isla Phia-Phia damos rienda suelta a la intriga cavernícola, subimos hasta la gigantesca entrada a la cueva y en su interior, tapizando techos y paredes, vemos curiosas formaciones rocosas producidas por la filtración del agua, aunque diferentes a las estalactitas de nuestras latitudes.
En esta vasta planicie de sal no hay normas de circulación, cada vehículo va por donde le place y a la velocidad que se le antoje, pero hay que conocer el salar, pues también hay zonas en las que el terreno puede jugar una mala pasada. En Colchani, pueblo colindante al salar, las explotaciones de sal común son el principal sustento junto con la artesanía. En el salar se va rastrillando la superficie formando pequeños montículos que luego se cargan en camiones. La sal después de procesada abastece a todo el país.
Pero en el Salar, también está prevista la explotación del litio, elemento químico de gran importancia en nuestra sociedad. Actualmente se está ejecutando el proyecto piloto en la zona de desembocadura del Río Grande, que dará paso a una planta para la obtención industrial de litio. Este elemento se obtiene de la fase acuosa conocida como “salmuera” la cual tiene una gran importancia económica, por la presencia en ella de elementos de gran valor económico como potasio, magnesio, y boro, además del litio. La concentración es variable habiéndose encontrado una cantidad máxima de 4 gramos de litio por litro de salmuera.
Esta noche tenemos una nueva experiencia en una construcción de sal, el hotel Playa Blanca, que es de los más famosos de Suramérica, Esta precedido por una encrucijada de banderas y dentro posee un curioso museo con figuras de sal y un mirador donde se puede disfrutar de la vista tomando una cerveza, sin el frío invernal del exterior. Las sillas, mesas y paredes están hechas de robustos bloques de sal.
La zona por donde “respira” esta planicie recibe el nombre de los Ojos del Salar. Son pequeños orificios por los que sale el agua salada desde el interior de la costra salina. El fenómeno produce bellas texturas coloreadas de amarillos y ocres sobre la superficie del salar, pero debemos caminar con cuidado pues la costra puede romperse con facilidad.
Cruzando el ferrocarril minero que se utiliza para acceder al mar por Antofagasta, finaliza aquí nuestra andadura blanca y en una hora llegamos a la población de Uyuni, palabra que seguramente proceda de la expresión aymara "uta uyunipa" con la que comerciantes y arrieros solicitaban alojamiento en el lugar.
Nosotros nos alojamos en un residencial de la Avenida del Ferrocarril. Esta amplia calle está ornamentada con elementos temáticos referentes a la historia del tren, que fue tan importante en esta ciudad. Por la mañana buscamos a Gonzalo, el encargado de una agencia llamada Dalí, y le encontramos trabajando. Nos sugiere una visita al pueblo de Coqueza muy cerca del volcán Tunupa y así contratamos al guía conductor que nos llevará hasta allí.
Antes de partir nuestra curiosidad sucumbe en el cementerio de Locomotoras. Se trata de máquinas de vapor de origen inglés que circularon en torno a los años 30. Actualmente su aspecto es tan desolado como fantasmagórico y durante media hora nos sumergimos en el hechizo de los rieles de hierro de hace casi un siglo. Como curiosidad, en una de las locomotoras encontramos pintada una importante ecuación de la Teoría de la Relatividad de Einstein.
Tras un largo recorrido por el Salar, en el que el volcán Tunupa nos guía con su imagen creciente, nos situamos ya en el pueblo de Coqueza, al pie del mismo y al borde del Salar. Deambulamos por los alrededores del pueblo mientras la imponente silueta del Tunupa nos contempla receloso en su soledad. No muy lejos una extraña caverna encierra su secreto: unas momias precolombinas de hace unos 3000 años pertenecientes a una familia entera que parece desafiar al tiempo.
Regresamos a Uyuni y de nuevo nos ponemos en marcha, tomando un bus para llegar hasta la ciudad de Potosí al pie del Cerro Rico. Esta montaña proporcionó enormes cantidades de plata desde que se descubriera el mineral en el siglo XVI. Pero la producción de plata llegó a su punto máximo hacia el año 1650 y fue decayendo al ir agotándose las vetas. Sin embargo a principios del siglo XIX comenzó a explotarse el estaño y actualmente siguen abiertas varias minas en el cerro.
En una de estas minas penetramos varios cientos de metros para conocer más de cerca el duro trabajo de estos mineros y visitar al Tío al cual rinden culto como protector. En el interior de cada mina puede verse la figura de esta “divinidad”, modelada por los propios mineros, junto con restos de ofrendas como hojas de coca, alcohol y cigarrillos que continuamente se le ofrecen.
Cerca de Humahuaca encontramos algunos antigales, zonas altas en las que entre los grandes cactus encontramos las ruinas y restos de los antiguos habitantes de la zona. También visitamos el pukará de Tilcara; una importante fortaleza construida por los indos tilcara, en un punto estratégico sobre la quebrada de Humahuaca, a 80 m de altura sobre el río Grande de Jujuy. De nuevo las vistas son espectaculares y desde aquí, caminando varios kilómetros, bajamos a la Garganta del Diablo, para ver la cascada helada y recorrer el camino tallado en la roca.
En esta zona también la geología es excepcional y otro recorrido interesante es la Ruta de los Colorados en el pueblo de Purmamarca. Los colores debidos a los diferentes minerales y las formaciones rocosas producidas por la erosión del agua y del viento hacen de este un lugar único.
Pero se nos acaban los días y desde Humahuaca viajamos hasta la hermosa ciudad de Salta, importante centro comercial y capital de la provincia. Desde aquí haremos, en todo terreno, un recorrido paralelo al que realiza el Tren a las Nubes, para conocer el trazado y sus viaductos, hasta llegar al pueblo de San Antonio de los Cobres. Regresamos a Salta y ya solo nos queda otro largo viaje en bus para llegar hasta la chilena Antofagasta desde donde partiremos vía Santiago hacia nuestro país.
Damos por terminada otra expedición por Los Andes, ha sido un formidable raid por desiertos blancos, lagunas de colores, volcanes que rozan los 6000 m y paisajes de otro mundo. Un capítulo más de nuestras ansias de conocimiento, de nuevo comprobamos que explorar nos da alas al igual que dormir, nos da sueños.
Fotografía: Javier, Ignacio Bregel y Óscar Díez Higuera.
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